"Ya entra el Cid Ruy Díaz por Burgos, sesenta pendones le acompañan. Hombres y mujeres salen a verlo; los burgaleses y las burgalesas se asoman a las ventanas; todos afligidos y llorosos. De todas las bocas sale el mismo lamento: ¡Oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!"
La ciudad de Burgos es uno de los principales escenarios donde se desarrolla la leyenda del Cid y esta ruta que revive el destierro del Campeador.
No sólo nuestro protagonista vivió aquí "donde poseía casa y amigos". Burgos fue la villa donde se germinó el exilio de Don Rodrigo Díaz de Vivar, con motivo de la jura de Santa Gadea. Este hecho, en el que el Cid tomó juramento al Rey Alfonso VI de no haber formado parte en la muerte de su hermano Sancho, desencadenó su destierro. Así lo recuerda una placa en la fachada de la iglesia, en la calle Santa Águeda. El templo es de estilo gótico, del siglo XV, y se levantó sobre un antiguo templo románico.
De aquella época medieval del siglo XI y de la presencia del caballero por tierras burgalesas restan buenos testigos. Junto a la puerta de San Martín hoy se puede visitar el Solar del Cid, un monumento que corrobora que aquí estuvo la casa del Campeador y que se construyó con piedras de la vivienda. Data de 1784 y consiste en tres obeliscos sobre una cartela donde se recoge que allí estuvo su morada. En los obeliscos aparecen los escudos de Burgos, Cárdeña y el Cid.
Por la puerta de Santa María llegaría don Rodrigo a Burgos el mismo día que conoció la noticia de su destierro. Tan sólo una pequeña niña, canta el juglar, se atrevería a desobedecer al Rey Alfonso que había prohibido su entrada en la villa. Tiempo le faltó al caballero para salir de la ciudad atravesando el río Arlanzón. Esta primera noche de exilio la pasaría en Arenal o la Glera. Un monolito en el paseo del Espoloncillo testifica la marcha del Campeador.
En su recorrido por Burgos el turista encontrará nuevos hitos que rememoran al Cid. El de mayor belleza por su monumentalidad es la Vía Cidana. Un conjunto que configuran las ocho esculturas sobre el Puente de San Pablo, todas relacionadas con personajes cercanos al caballero. Se levantó en la década de los cincuenta y su autoría se debe a Joaquín Lucarini. Entre otros, están la estatua de su mujer, Doña Jimena, y la de su hijo Diego Rodríguez. La estatua ecuestre del Cid de Juan Cristóbal preside la vía.
Catedral de Burgos. Presione aquí para acceder a una imágen en alta resolución. Este enlace se abrirá en una ventana emergente De ninguna otra forma podría haber compensado mejor Burgos al personaje que convirtiendo la Catedral de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en morada eterna del Cid. En este maravilloso templo descansan los restos de don Rodrigo Díaz de Vivar y su esposa, Doña Jimena, desde 1921.
Sin abandonar esta joya gótica, encontramos nuevos recuerdos del Cid: el cofre y la carta de las arras de sus esponsales que se celebraron el 19 de julio de 1074.
Fue ante la catedral y, al darse cuenta de que no podía esperar la gracia del rey, alzó la mano derecha y santiguándose pidió amparo a la Virgen y le prometió que haría cantar mil misas en su nombre. Desde aquí emprendió rumbo al Monasterio de San Pedro de Cardeña.
La bóveda del Palacio de la Diputación Provincial de Burgos traslada al turista de nuevo al pasado de la mano del ya fallecido artista Vela Zanetti. Un mural con escenas de la vida del Cid puebla la cúpula de este edificio de estilo clásico del segundo tercio del siglo XIX.
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